Trump, la CIA y el PRIAN

Con el nombramiento de Ron Johnson, ex agente de la tenebrosa CIA como embajador de USA en México y los ataques vs Venezuela y Colombia, el decadente imperio intenta derrocar a gobiernos soberanos y populares en Latinoamérica

Seguiremos caminando hacia los sublimes ideales de la democracia verdadera, la justicia, la igualdad, la libertad, la fraternidad y la soberanía. Nada de corrupción, nada extravagancias, nada; nada de autoritarismo, nada de clasismo, nada de racismo, nada de discriminación. AMLO

Los visibles e irreversibles cambios en la geopolítica global con el liderazgo económico y comercial de China y la insuperable fortaleza militar de Rusia, dos de los poderosos impulsores de BRICS, la influencia del otrora poderoso imperio liderado por USA Corporation ha disminuido notablemente y ha desatado una política de franco escalamiento de su injerencismo en naciones soberanas de América Latina encabezadas por México, Venezuela y Colombia.

En lo que respecta a México, desde la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador nuestro país inauguró una política anti-neoliberal y de clara defensa de la soberanía nacional al restringir notablemente las actividades de agentes de la DEA, la CIA y otras corporaciones norteamericanas en territorio mexicano. Esto por supuesto que encolerizó al cártel delictivo corporativo que es el que desgobierna a nuestro vecino del norte y por ello nunca dejaron de financiar y promover golpes blandos, guerra sucia, escalamiento de la violencia utilizando, entre otros, a su agente favorito, el PAN, que desde su creación en 1939 ha sido el proyecto diseñado por USA Corporation para proteger sus intereses y esto incluye la alianza que desde los años 70’s, en el marco del Plan Cóndor, estableció con los cárteles del narcotráfico al crear su “ejército azul” con asesoría de Mossad, la agencia de inteligencia y terrorismo israelí. Para cerrar la estrategia, como sabemos, en 1988 el peón del imperio, Salinas de Gortari adoptó para el PRI la misma política entreguista dictada por Washington al PAN, dando nacimiento al PRIAN.

Como respuesta a la firme defensa de la soberanía de México, no es casual que Donald Trump haya decidido enviar como embajador a un individuo con un historial renegrido de crímenes cuando era agente de la CIA, este ente criminal especializado en desestabilización y derrocamiento de gobiernos populares como los golpes asestados contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, Salvador Allende en Chile en 1973 y la implementación del Plan Cóndor con brutales dictaduras militares que sofocaron movimientos insurgentes mediante el uso de la tortura, la desaparición forzada y el asesinato de miles y miles de luchadores sociales. Y todo parece indicar que este imperio ya en franca decadencia y por ello, muy peligroso, desea implementar una suerte de Plan Cóndor II enderezando sus embestidas contra México, Venezuela y Colombia donde buscan derrocar a sus respectivos gobiernos populares para colocar títeres que les entreguen toda la enorme riqueza que se localiza en estas grandes naciones soberanas.

En el caso de México, la llegada de Ron Johnson ha significado un notable escalamiento de dichas estrategias de desestabilización que incluyen un fuerte incremento de la violencia con asesinatos de figuras políticas de cualquier signo como el recién ocurrido contra el alcalde Uruapan Carlos Manzo y que ha sido empleado por la destartalada oposición prianista como bandera para sus histéricas reacciones como la marcha promovida por  auténticos dinosauros que plagiaron el concepto de la “generación Z”, y la patética alaraca de la mediocracia corporativa tanto nacional como extranjera con la utilización de miles de “bots” para generar una narrativa tan falsa como ridícula que incluye hashtags como “narco-presidenta”, “narco-gobierno”, “dictadura” de Morena, entre otros que son prácticamente calumnias al no poder sustentarlas con evidencias tal como lo exige el marco legal. Esta campaña por supuesto coincide y adopta el discurso hipócrita del cártel criminal disfrazado de “gobierno” encabezado por Trump que busca desesperadamente crear el pretexto para una intervención militar en México, lo que hasta ahora no ha sido posible no sólo por el fuerte apoyo popular al gobierno de la 4T y el fortalecimiento de lazos políticos y económicos con los países de BRICS, sino por el creciente descrédito y condena del régimen trumpista dentro y fuera de los Estados Unidos.

Contra Venezuela, aparte del asesinato de más de 80 ciudadanos inocentes acusándolos de “narcotraficantes” y que ha sido ya condenado como crimen de guerra, USA decidió estacionar una flota militar cerca de costas venezolanas. A estas acciones se suman estrategias favoritas -y hasta ahora inútiles- de la CIA para derrocar a Nicolás Maduro y así clavarle las garras a las inmensas reservas petroleras en el Esequibo y otros recursos que le urgen a Wall Street para seguir manteniendo la dominancia del dólar en las transacciones comerciales globales y continuar presionando a paises con sus sanciones y aislamiento económico y financiero. Es claro que la supina arrogancia imperial les impide darse cuenta de los enormes obstáculos que enfrenta el imperio en esta hermana nación suramericana y a la que no  puderon someter ni en 2002 con el fallido golpe de estado contra el Presidente Hugo Chávez, ni tampoco en 2019 cuando reconocieron como “presidente legítimo” al bufón Juan Guaidó; tampoco con las brutales sanciones económicas contra el gobierno bolivariano. Esta persistente arrogancia es la que mantiene a esa flota y sus 15,000 marines estacionados en el Caribe sin que hasta ahora se hayan atrevido a una invasión por tierra simplemente porque no cuentan con el suficiente número de militares capaces de someter a todo un pueblo decidido a defender su soberanía.

Por otra parte, el gobierno colombiano encabezado por Gustavo Petro, el primer mandatario de izquierda en ese hermano país, ha enfrentado no sólo sanciones personales como el retiro de su visa para viajar a E.U., sino una guerra mediática infame con acusaciones insostenibles de “narco-gobierno” similares a las enderezadas contra la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum y el presidente venezolano Nicolás Maduro, en una verdadera exhibición de cinismo sin parangón ya que el Sr. Trump acaba de liberar a Juan Orlando Hernández, el ex presidente hondureño y un auténtico narcotraficante condenado por cortes norteamericanas a 45 años de prisión.

Finalmente, no es casual la reaparición de AMLO que no sólo habló sobre su libro “Grandeza” con el que hace añicos la falsa narrativa creada para justificar las atrocidades de los invasores españoles contra los pueblos indígenas al acusarlos de practicar sacrificios humanos y canibalismo. También dirigió un mensaje a Trump de fuerte apoyo a la presidente Sheinbaum ante la creciente embestida imperial, además de sugerir que si continúa los ataques, él dejaría su retiro político y se incorporaría a actividades de soporte al gobierno. Esperamos que no será necesario y que actividades como la marcha 6D convocada por verdaderos jóvenes impulsores de la Cuarta Transformación, manden una clara señal de que en México el imperio seguirá enfrentando a un gobierno que marcha de la mano de su pueblo. Y en lo que respecta a Venezuela y Colombia, la errática política trumpista de agresiones sólo ha conseguido unificar a los pueblos de esas hermanas naciones de la Patria Grande latinoamericana.

La violencia engendra violencia, pero también engendra ganancias para la industria de la violencia que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo. Eduardo Galeano