Los defenestradores de Andrés Manuel López Beltrán le hacen el juego a los enemigos de la 4T

En Durango capital hay, por internet, un programa de análisis político, “Durango bajo palabra”, que deja mucho que desear a quienes somos su audiencia, fundado y conducido por Juan José Salas Mancinas, antaño trabajando para el Canal 10 y a quien le hacen segunda el Licenciado en Derecho Antonio Rodríguez Sosa y Mario Salcido, de quien ignoro si es o no profesionista.

Pues bien, como no se trata de juzgar por juzgar, voy a remitirme a un tema que abordaron, el lunes de la semana pasada, Juan José, el Licenciado Rodríguez y Marcos Cruz: el reciente viaje a Japón del segundo de los hijos de Andrés Manuel López Obrador: Andrés Manuel López Beltrán. Según los dos primeros, el vástago del expresidente de la República pisoteó, con lo que le costó el viaje, el principio de austeridad republicana que es ley en el morenismo. Digamos que hicieron suyo el juicio sobre este asunto de los voceros de la reacción en los medios impresos y electrónicos, de sus intelectuales orgánicos (Krauze, Aguilar Camín, Denise Dresser y Sergio Sarmiento, entre otros) y, pero por supuesto, de los partidos enemigos de la 4T: el PRI, el PAN y Movimiento Ciudadano.

De entrada quiero decirle a esos dos que ni idea tienen de lo que es como profesional y como político López Beltrán, y quiero decírselos porque seguramente piensan que el compañero es el clásico vividor de la política. Ahí les va para que salgan de su ignorancia: al igual que su padre, López Beltrán cursó la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM, con tan buenas calificaciones que las puertas de la estadunidense Universidad de Harvard se le abrieron para que hiciera ahí una maestría en Administración Pública. Si bien él nunca ha dicho que quiere ser presidente de la República –eso se lo inventó la reacción-, en el supuesto caso de que llegara a serlo, tendría a su favor su formación profesional para asumir con propiedad semejante responsabilidad, como indiscutiblemente fue el caso de su padre. 

Ahora bien, de los tres hijos que AMLO tuvo con su primera y difunta esposa, Rocío Beltrán, es Andrés Manuel el que más se vinculó a la lucha de su progenitor antes del surgimiento de MORENA, pero también el que convenció a su hermano menor, Gonzalo Alfonso, de poner un negocio en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México para la producción y venta del Chocolate Rocío –llamado así en honor a su madre-, un chocolate artesanal y de una gran calidad cuya materia prima es ni más ni menos que el cacao de Tabasco, capaz

de complacer a los paladares más exigentes y de competir con los chocolates más finos del mundo. Y es precisamente ese muy redituable negocio del que Andrés Manuel López Beltrán deriva el grueso de sus ingresos y el que le permitió darse el gusto de pasar unos días en Japón, lo que con lo que percibe como Secretario de Organización de Morena no hubiera sido posible. 

Por último: de los tres que abordaron el tema en cuestión fue Marcos Cruz el que no hizo suyo el juicio de Salas Mancinas y Rodríguez Sosa, y no por casualidad: el ex petista, por su formación profesional y su trayectoria en la lucha social sí que tiene elementos para el análisis político. Incluso hay que decirles a aquellos dos algo más y de actualidad: que ya no es tan caro como antes ir a Europa o a Asia; que hoy, gracias a las burradas de Donald Trump, incluso para nosotros los mexicanos, es más oneroso viajar a los United States que a otros continentes. Un botón de muestra de esto es la llegada a esta ciudad capital, hará cosa de un mes, de una sobrina de Mauricio Yen, Hazel Yen, que desde Paris, donde radica y trabaja, vino con su hijo a pasarse dos meses con sus padres.