La verdad ya no es de las élites

Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum trazó una radiografía cruda del sistema mediático mexicano: un poder fáctico que se resiste a aceptar que el país cambió, que el pueblo ya no se informa por intermediarios, y que la verdad dejó de ser un privilegio de redacción para convertirse en un derecho ciudadano.

“Todo mexicano y mexicana tiene derecho a la información”, sentenció Sheinbaum.

La mandataria denunció que muchos medios tradicionales —entre ellos el periódico Reforma— continúan actuando como voceros de intereses privados, manipulando o silenciando los hechos que no encajan con su narrativa. “Ayer no publicaron nada sobre la disminución del 32% en homicidios dolosos. Es una nota importante, ¿no les parece? Pero su interés es golpear, muchas veces con información falsa”.

Sheinbaum contrastó ese silencio mediático con un dato revelador: mientras esos medios pierden lectores, los nuevos comunicadores en redes sociales alcanzan audiencias miles de veces mayores. “Tú tienes más vistas que Sergio Aguayo”, bromeó la presidenta, subrayando el cambio de paradigma informativo que vive el país.

Para la mandataria, lo que irrita a los viejos opinadores no es solo la pérdida de influencia, sino el hecho de que la ciudadanía ya no traga entero. “Como ya no tienen la influencia que tenían antes, pues tienen coraje”, resumió.

Frente a ese poder mediático que “vive de repetir sus propias mentiras”, Sheinbaum reivindicó “La Mañanera” como un espacio público, plural y transparente, donde el gobierno puede informar sin filtros y responder a la manipulación informativa.

“La Mañanera es un espacio de debate. No le decimos a nadie qué preguntar, ni damos instrucciones. Aquí se informa, se discute y se escucha”.

Y es que, como recordó la presidenta, el objetivo no es imponer una verdad única, sino garantizar que el pueblo tenga acceso directo a la información que los grandes medios ocultan.

En una frase que define el espíritu de la Cuarta Transformación, Sheinbaum dejó claro el sentido de su gobierno: la verdad no pertenece a las élites, pertenece al pueblo.

Mientras los medios del viejo régimen siguen midiendo su poder en clics y portadas, el nuevo México lo mide en algo mucho más profundo: credibilidad.