El pueblo trabaja más que cualquiera de ellos

Sheinbaum responde al clasismo de Salinas Pliego

Nacional08/10/2025Jesús Francisco SánchezJesús Francisco Sánchez
mentalidad

Una vez más, Ricardo Salinas Pliego volvió a exhibir su desprecio por el pueblo. En esta ocasión, el empresario y evasor fiscal lanzó en redes sociales una provocación tan vieja como su visión del país: aseguró que los mexicanos que ganan 8 mil pesos mensuales “tienen mentalidad conformista”.

Pero la respuesta no vino del ruido de las redes, sino desde el espacio más alto de la voz pública: la conferencia mañanera de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien desmontó con serenidad y firmeza la narrativa clasista del magnate.

“Es esta idea de que el pobre es pobre porque no trabaja”, dijo la presidenta. “Y la gente humilde trabaja más que cualquiera de ellos, mucho más”.

Sheinbaum no necesitó insultos ni adjetivos. Le bastó recordar un hecho histórico que los ricos prefieren borrar: 36 años sin aumento real al salario mínimo, seis sexenios completos en los que la política económica neoliberal condenó a millones de trabajadores a sobrevivir con lo mínimo, mientras una élite se enriquecía a costa del esfuerzo ajeno.

“Hasta Fox ya lo reconoció”, ironizó la mandataria, aludiendo a las recientes declaraciones del expresidente panista, quien —en un arranque de sinceridad tardía— admitió que debió incrementarse el salario mínimo en su tiempo.

Pero Sheinbaum fue más allá: reivindicó el papel del Estado como garante del bienestar, en contraste con la doctrina de la “libertad de morirse de hambre” que profesan los defensores del mercado absoluto.

“El Estado tiene la obligación de dar educación pública, salud pública, vivienda y todos los derechos fundamentales. Si todo se cobrara, sería el privilegio frente al derecho; y eso es lo que nosotros no estamos de acuerdo”.

En un país donde durante décadas se le enseñó al pueblo a “agradecer lo que hay”, el discurso de Sheinbaum es un golpe directo a la médula del pensamiento conservador: no se trata de oportunidades, sino de derechos.

Esa es —dijo— la esencia de la Cuarta Transformación: un nuevo modelo económico, social y político en el que la dignidad no se mide por la cuenta bancaria, sino por el reconocimiento del trabajo y los derechos de quienes realmente sostienen a México.

Con esa frase, Sheinbaum no solo desarmó a Salinas Pliego; también recordó lo que el poder económico nunca entendió: que el pueblo ya no pide permiso para ser digno.

 

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