
Donde el agua guarda secretos: mitos y tragedias de la Presa Santa Elena
No hay mártir sin ejecutor, no hay víctima sin agresor, nada que se pueda hacer en contra de esa pobre opinión.
Gente sin esperanza tirada en un rincón, no hay culpa que no vaya a llegar, ni amor que no vaya a esperar a que le vayan a contestar.
Pobre gente, pobre alrededor, pero es normal, nada anormal, siempre algo que puedan sobrellevar, algo que se pueda repetir y corregir hacer como si no existía y seguir adelante, gritar y hablar, pero solo con lo que se autorice y revise de antemano.
Antes que un adiós prefiero un poco de misericordia. ¿Razón tendré? O solo un montón de sílabas al aire que nadie escuchará, no es más que crítica de razón y corazón, pobre aquel que en serio lo tome, ya que sin criterio y compresión ha de contar.
Pero bueno, no hay crítica si no hay a quien criticar.
Espacio Libre México
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