No hay nada más poderoso que la convicción política; es similar al amor: Sheinbaum

“Eso no lo entiende la derecha ni el conservadurismo… porque lo que nos mueve no es el dinero ni el poder por el poder mismo, sino el amor al pueblo y el amor a la patria.”

Nacional30/10/2025Jesús Francisco SánchezJesús Francisco Sánchez
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En la conferencia matutina de este jueves, la presidenta Claudia Sheinbaum abordó uno de los pilares éticos que, según dijo, ha guiado su vida y su gobierno: la convicción política como una forma de amor al pueblo y a la patria. Su reflexión surgió a propósito de una pregunta formulada por la periodista Elizabeth Vilchis, quien retomó una de las frases más significativas presentes tanto en el documental Los primeros 365 días, la transformación avanza, como en el libro Diario de una transición histórica: “No hay nada más poderoso que la convicción política; es similar al amor.”

Con serenidad, pero con una claridad que denota profunda certeza, Sheinbaum explicó que la convicción no es una idea abstracta ni un recurso retórico, sino una energía vital que mueve a millones de personas en el proyecto de transformación nacional.

“Se trabaja tantas horas, no todos los presidentes trabajaban tantas horas... ¿Qué te mueve personalmente como parte de un movimiento? La convicción en la transformación, el deseo, el anhelo de mejorar las condiciones de vida de la mayoría del pueblo”, afirmó.

La mandataria evocó su propia historia personal y política: una vida marcada por la influencia familiar, el compromiso social y la participación en los movimientos populares. “Esa convicción nace desde niña por mi familia, por lo que aprendí en mi casa y lo que fui construyendo a lo largo de mi participación en los movimientos sociales. Es muy poderosa”, subrayó.

Sheinbaum puso ejemplos concretos del poder transformador de esa convicción: los Servidores y Servidoras de la Nación que caminan durante horas para censar comunidades afectadas por las lluvias, los militantes que durante años resistieron en la oposición, y las familias que, sin buscar privilegios, apoyaron el movimiento de cambio desde su vida cotidiana.

“Es la convicción —dijo— lo que hace que una persona dedique su vida a servir al pueblo, que trabaje sin descanso, que no se rinda ante la adversidad. Pero no es la convicción de una sola persona, es la convicción de millones que lograron transformar a México.”

La presidenta contrapuso esa fuerza moral con la falta de principios del viejo régimen conservador:

“Eso es lo que no entiende la derecha ni el conservadurismo”, sentenció. “Porque lo que nos mueve no es el dinero ni el poder por el poder mismo, sino el amor al pueblo y el amor a la patria.”

Así, el mensaje central de Sheinbaum se inscribe en una tradición política que recupera la dimensión ética de la acción pública. La convicción, dijo, no es una consigna, es una forma de vida, una brújula moral que guía la construcción del nuevo México.

El eco de sus palabras deja ver el hilo que une al movimiento de la Cuarta Transformación con una larga historia de luchas populares: la certeza de que la verdadera fuerza de un gobierno no está en sus cargos, sino en la integridad moral de su causa.
Y en esa causa, como afirmó Sheinbaum, “la convicción es amor, y el amor es transformación.”

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