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Después de la falsa marcha de la Generación Z
Nacional17/11/2025
Jesús Francisco Sánchez
La apuesta les salió al revés. La llamada “marcha de la Generación Z”, presentada por la oligarquía mediática como una supuesta rebelión juvenil contra la presidenta Claudia Sheinbaum, terminó siendo uno de los mayores fracasos políticos de la oposición en los últimos años. No sólo no derrocó a nadie —como delirantemente promovieron en redes—, sino que reforzó la legitimidad, la autoridad moral y el respaldo popular hacia la titular del Ejecutivo.
El país vio con claridad lo que realmente hubo detrás: una operación artificial, financiada, digitada y amplificada con bots para simular un movimiento social que jamás existió.
Un “levantamiento juvenil” sin jóvenes
De acuerdo con el análisis de participación registrado por organizaciones independientes y observadores ciudadanos, menos del 12% de quienes asistieron a las movilizaciones pertenecían realmente al rango de edad que se presume como “Generación Z” (nacidos entre 1990 y 2010).
La mayoría de los contingentes estaba compuesta por operadores del PRIAN, burócratas de exgobiernos estatales, integrantes de estructuras panistas y priistas, así como un número significativo de empleados movilizados desde empresas vinculadas a la oligarquía mediática.
Es decir: no fue una marcha juvenil, sino una marcha más de los mismos de siempre, pero disfrazada de “tendencia generacional” para intentar manipular la conversación pública.
El financiamiento oscuro: bots, propaganda y dinero privado
Un informe técnico de especialistas en análisis digital identificó que más del 73% de la conversación en redes durante los días previos a la marcha provenía de cuentas automatizadas o recién creadas, muchas de ellas con comportamiento idéntico y con publicaciones enviadas desde sistemas externos —características clásicas de clústeres de bots contratados.
Los principales nodos de esta campaña digital coincidieron, nuevamente, con redes asociadas a Claudio X. González, organizaciones financiadas por sus fundaciones y aparatos de propaganda digital, así como cuentas de difusión masiva operadas desde empresas de comunicación vinculadas a Ricardo Salinas Pliego, quien enfrenta múltiples litigios por evasión fiscal.
La estrategia era clara: inflar la conversación, simular indignación juvenil y crear la sensación de un estallido social inminente. Apostaron a que una tormenta digital bastaría para empujar a miles a las calles y generar la percepción de ingobernabilidad.
Pero la realidad se impuso: sin base social real, no hay marcha que crezca.
Operación mediática fallida
Televisoras, comentaristas y portales aliados a la oposición dedicaron días enteros a inflar las expectativas, a insistir en que se trataba de un movimiento “espontáneo” y a presentar como “auténticas” cuentas que hoy se sabe formaban parte de redes automatizadas.
Los mismos medios que guardan silencio ante la evasión fiscal multimillonaria de Salinas Pliego o ante los escándalos de financiamiento ilícito del PRIAN se convirtieron en voceros entusiastas de una protesta que, al final, no llenó ni la mitad de las plazas que prometieron.
Fue un operativo político y mediático que buscó construir un clima artificial de tensión. No lo lograron.
El intento de “derrocamiento exprés”: la fantasía que se les vino abajo
Algunas cuentas —las mismas que participaron en campañas previas de desinformación— circularon la narrativa de que la marcha sería “definitiva”, “contundente”, “el principio del fin” del gobierno de Sheinbaum.
El absurdo llegó al extremo de que personajes de la derecha radical hablaron de “derrocar” a la presidenta mediante una manifestación amplificada con bots.
La ciudadanía vio el nivel de desvarío… y se mantuvo al margen.
El resultado fue el predecible: un ridículo político para el PRIAN, un desgaste para sus patrocinadores y una exhibición pública del nivel de desesperación que enfrentan.
Sheinbaum, fortalecida en el presente y respaldada para el futuro
Mientras ellos desplegaban dinero, bots y cámaras, la presidenta Claudia Sheinbaum mantuvo su agenda de gobierno, habló con serenidad y transparencia, y recibió un inusual reconocimiento incluso de analistas críticos: su liderazgo no sólo salió intacto, salió reforzado.
El contraste fue abismal:
una presidenta trabajando, escuchando, informando;
una oposición atrapada en su burbuja digital, fabricando indignación de plástico y fingiendo movimientos sociales que no tienen.
La sociedad entendió el mensaje: no se puede construir democracia sobre mentiras.
¿La mayor lección? La gente ya no cae en montajes
La “marcha Z” quedará registrada como la evidencia más reciente de que las viejas formas del PRIAN —la simulación, la propaganda, el dinero sucio, el apoyo mediático como arma política— ya no funcionan.
México cambió. Y lo que ocurrió estos días lo confirma:
el pueblo ya no se deja engañar.
la manipulación ya no mueve al país.
la presidenta continúa liderando con fuerza, legitimidad y respaldo popular.
Claudio X. González, el PRIAN y Salinas Pliego quisieron demostrar poder.
Terminaron exhibiendo debilidad.
Y Claudia Sheinbaum, pese a sus intentos de desestabilización, salió más fuerte que nunca.

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