
Oposición dócil: más aliada que rival del gobernador prianista
No se puede pedir peras a un olmo. Así que no podemos esperar nada bueno de Villegas: Primero, carece de experiencia política. Ser líder estudiantil, pésimo presidente municipal, no son buenas referencias. Segundo, es priista.
No saben gobernar, saben robar y corromper, nunca administrar honradamente ¿Ha presentado algún plan de gobierno?, ¿un plan de desarrollo sustentado? No. Y ni lo presentará. Se cansó de usar la palabra reingeniería, muy trillada por él a principios de su administración. Con esa palabra, reingeniería, solucionaría todos los males del mundo, con la reingeniería lavaría los pecados del mundo, cordero de Dios. Con reingeniería para allá, con reingeniería para acá. Esa reingeniería que mueva la papaya. Y mejor se cansó de decirla cada tres minutos que aplicarla.
No tiene idea de cómo gobernar. Cree que gobernar es entregar lapicitos, bardas, cobijas, moños rosas y tomarse la foto, mostrando diplomitas y convenios o saludando gente. No tiene idea de cómo administrar las finanzas. Cree que pagando altos chayotes billetudos a columnistas arrastrados y que lo promuevan en redes y medios, dar ruedas de prensa de lo maravilloso que seremos en su imaginación, es gobernar.
El gobernador Villegas es de la vieja escuela priista, hace lo que los gobiernos neoliberales, desde Salinas hasta Peña Nieto: pedir préstamos a lo wey, endeudar sin piedad al Durango, crear nuevos impuestos, cobrar hasta por respirar. Abrir un agujero para tapar otro. Esa es su política económica. Así de grave y así de pendeja. No vende nada porque ya no tenemos nada que vender. Ni modo que venda el Museo Villa o el Espinazo del Diablo.
Gobernando con ocurrencias, con amiguismos, con los compas y parientes. A casi cuatro meses, el gobierno de Villegas es un barco a la deriva. No hay un solo de sus secretarios con experiencia y capacidad para desempeñar su puesto. Un ejemplo conciso, es su secretario de Cultura. Cero experiencia. Cero cultura. Así que no pidamos agua a un desierto. Ni que florezcan las piedras.
El gobernador Villegas no dará lo que no tiene. Recurre a lo que saben los priistas: mentir, discursos retóricos, demagogos, maicear la prensa chayotera, crear y alimentar una imagen de grandeza y sabiduría.
Dentro de seis años saldrá la inmundicia, la corrupción. Y esos chayoteros que hoy lo alaban, le lamen los juanetes, se volverán acérrimos críticos y denunciadores, tal y como pasa con aispurrio.
El próximo gobernador sacará dos o tres chivos expiatorios, en una insoportable levedad del ser. Es la historia de Durango, callada y pendeja ciudad.
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